sábado, 5 de diciembre de 2009

SIETE ENEMIGOS DE LA PIEDAD



Primer enemigo:El pecado
¿Has pensado que es imposible ser piadoso estando en pecado mortal?Porque el pecador es y se siente enemigo de Dios. ¿Cómo podría, pues, tener hacia Él sentimientos filiales, que es en lo que consiste la piedad?Si le quisiese llamar Padre, la palabra se le helaría en los labios. Si quisiese imprimir un beso de amor en los pies del Crucifijo, el beso le saldría frío e hipócrita como el de Judas.Nos referimos principalmente a los que viven habitualmente en pecado mortal. Sin embargo, si una persona que desea amar y servir a Dios tuviese algún día la desgracia de cometer un pecado mortal, procure confesarse cuanto antes y decir al Señor: Padre, he pecado contra el cielo y contra Vos. Pésame de haberos ofendido, porque sois Bondad infinita.

Segundo enemigo de la Piedad:La disipación
En nuestros días hay tan pocas personas verdaderamente piadosas, porque hay mucha disipación. La disipación consiste en entregarse sin freno ni cuidado a diversiones, frivolidades, lecturas, amistades, y en general a lo que se llama la vida de mundo... Todas esas cosas, aun suponiendo que en sí mismas no sean pecado, tomadas en proporciones excesivas distraen la mente y secan el corazón, de modo que cuando uno se retira a hablar con Dios, ni tiene atención ni es capaz de brotar de su alma un ligerísimo afecto.La devoción es como un aroma celestial, que con la vida desordenada y turbulenta se evapora.

Tercer enemigo de la Piedad:El atolondramiento
El atolondramiento significa precipitación e irreflexión, y es efectivamente muchas veces la muerte de la piedad.Los rezos, para que sean oídos de Dios y nos sean a nosotros de provecho, se han de hacer con calma y pausadamente, como quien conversa con una persona distinguida y trata con ella de asuntos de mucha gravedad.No dejéis vuestros rezos para última hora, porque entonces os veréis obligados con frecuencia, o a suprimirlos o a hacerlos aprisa y corriendo y de cualquier manera. Tened hora fija para ellos y someteos a esa reglamentación.Haciendo las cosas bien, llega uno a encontrar gusto en ellas. Y por eso, muchas personas nunca encuentran gusto en la piedad, porque la practican de cualquier manera.

Cuarto enemigo de la Piedad:La frialdad
La piedad no consiste en rezar mucho, sino en rezar con mucho fervor, porque Dios no se paga de palabras, sino que busca el corazón.De una Avemaría rezada con fervor a otra rezada tibiamente hay la misma diferencia que de una bala disparada con el fusil a otra arrojada con la mano. La primera atraviesa las nubes y llega al Cielo, la segunda sale ya con languidez de los labios y cae al suelo.¿Qué vale más, una onza de oro o cien moneditas de níquel?Pues cuando rezas con fervor, tu oración es de oro. Cuando rezas fríamente es de níquel.Y vale más una oración de oro, aunque sea breve, que cien oraciones de níquel, aunque sean muy largas.

Quinto enemigo de la Piedad:El "respeto" humano.
Hay personas que dejan en ocasiones sus prácticas piadosas por miedo a lo que dirán los otros.Te voy a contar una historia.Un muchachito acompañaba a su madre a comer en otra casa, y antes de sentarse a la mesa hizo con todo desparpajo la señal de la Cruz, como hacía siempre en su familia. Fue el único de todos los asistentes que practicó acto tan cristiano, pues hasta su madre se dejó llevar entonces del "respeto" humano.Un comensal dijo riendo:-Cuando seas mayor ya no lo harás...El niño respondió al punto:-Lo haré mientras sea cristiano, porque la Cruz es la señal del cristiano, y quien no la hace nunca es que ha renegado de su religión.Hay niños capaces de dar una lección a cualquiera.

Sexto enemigo de la Piedad: Las manías.
Hay quienes tienen la gran manía de que la piedad se opone al cumplimiento de los propios deberes, y dicen: Primero es la obligación que la devoción. Es una manía.San Isidro era un labrador que no se dejaba pasar un día sin oír la Santa Misa. Y muchas veces, después de ella, al ir al campo, veía que los ángeles estaban arando con sus bueyes para que no se le retrasase la faena.Yo no digo que te pase a ti igual. No digo que, mientras estés en Misa, los ángeles te hayan de hacer las faenas de tu casa.Pero sí que, con buena voluntad, todo se puede combinar: la piedad y el deber. Al deber no se opone la piedad: lo que se opone es la holgazanería, el hablar sin medida, el pasar horas enteras delante del espejo...

Séptimo enemigo de la Piedad:La inconstancia.
La inconstancia hace estragos en las filas de las personas piadosas.Son muchas las que un buen día proponen oír cada mañana su Misa, comulgar con frecuencia, confesarse de tanto en tanto, no omitir nunca el Rosario... y al cabo de poco se cansan, van dejando gradualmente aquellas santas prácticas, hasta que las abandonan del todo.Si tú estas enfermo, y el médico te señala un régimen, pero sólo lo sigues unos cuantos días, y luego te cansas y lo dejas, ¿te curarás?Pues la piedad es como un régimen espiritual para conservar la salud del alma y recobrarla si se ha perdido.Es preciso ser constante en el régimen y no cansarse; si hoy lo sigues y mañana lo dejas no tiene eficacia.Decía el gran músico Liszt que si pasaba un solo día sin tocar el piano, ya lo notaba él; si pasaba dos, lo notaba su mujer; si pasaba tres, lo notaba el público...Lo mismo, lo mismo te sucederá a ti si no eres constante en la piedad.Si un día la abandonas, lo conocerás tu.Si pasas dos sin orar, te lo conocerán las personas que viven a tu lado.Pero si pasa tres, hasta el canario de la jaula y el gato de la cocina se darán cuenta de que ya no eres el mismo. Tu mal genio, tu egoísmo, todos tus defectos te denunciarán que has abandonado la piedad.La constancia es el mayor mérito de las obras buenas y también la única garantía de su eficacia.

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