sábado, 5 de diciembre de 2009

FRUTOS DE LA PIEDAD



Primer fruto:Mejorar la vida
La señal más clara de que la piedad de una persona es verdadera, es su fecundidad. Una piedad estéril, que no produce ningún fruto, ya la puedes rechazar como falsa.Y el primer fruto de la piedad es siempre mejorar la vida.Los que viven mucho tiempo con un personaje distinguido en trato continuo, al fin adquieren sus modales, sus maneras de expresarse, su finura.Los que se acercan a Dios quedan iluminados, como Moisés, que al bajar del Sinaí, en donde había conversado con el Señor durante cuarenta días, llevaba el rostro lleno de resplandores.Si tú tratas sincera y frecuentemente con Dios en la Comunión, en la Misa..., al fin también se te conocerá. Llevarás resplandores, si no en el rostro, en tu vida. Tus acciones, tus palabras, tu caridad, tu modestia, todas tus virtudes estarán diciendo que bajas de hablar con Dios.Pero es preciso que así sea, porque en otro caso la piedad cristiana queda desprestigiada ante el público.¿No has oído nunca decir a algún necio que él no quería ir a Misa y confesarse, porque, al fin y al cabo, los que iban a Misa y se confesaban eran iguales que los demás?Pues eso no se ha de poder decir nunca con verdad.Si eso se dice con verdad, la vida piadosa queda desprestigiada. Mejor dicho: la vida piadosa, no; sino la piedad de cierta gente, que piensan falsamente poder ser piadosas teniendo el corazón mundanizado y tal vez carcomido de sensualidad.

Segundo fruto: Consolar la vida.
No hay consuelo en las penas de la vida como el de una buena y sincera amistad. La amistad es un bálsamo, es un cordial mágico que reanima al corazón cuando se siente decaído. ¡Eso de poder abrir con confianza tu interior y vaciar tu congoja en otra alma y decirle: sufro mucho, amigo mío!...Pero eso, ¡qué difícil es encontrarlo entre los hombres!Los hombres son amigos de los que tienen una educación, un carácter o unas costumbres y gustos parecidos a los suyos, porque son hombres.Sólo Jesús es un amigo universal, porque es Dios. Amigo tanto del pobre como del rico, tanto del letrado como del sin letras.La piedad es la que te pondrá en contacto con ese Amigo celestial, a quien nadie se ha acercado sin sentir el consuelo más inefable. De Dios nadie queda desengañado.Había un obrero, tan obrero como el que más, trabajador, activo, inteligente; pero también muy piadoso y gran devoto de la Virgen, a la que había escogido por madre desde niño.Era tejedor. Y en la fábrica cada día dirigía él personalmente el rezo del rosario, al que respondían los demás obreros, sin que ninguno se negase. El mismo cuenta que el trabajo así no era tan duro, el ruido de los telares, confundido con Padrenuestros y Avemarías, era más armonioso, la vida era más feliz.El obrero de que te hablo era San Antonio María Claret.Ojalá volviera a dirigir el rosario en tantas fábricas en donde ya no se reza nada y en cambio se blasfema mucho. También la vida volvería a ser un poco más feliz de lo que ahora es...Porque la piedad es el mejor consuelo del corazón...

Tercer fruto:Fortalecer la vida
La gran crisis del mundo de hoy es la crisis del valor moral. No hay correa en muchos hombres para sobrellevar las adversidades de la vida ni para cumplir los deberes que les impone su estado...Pues bien, el cristiano que es piadoso es capaz de hacer maravillas, porque la piedad eleva al hombre a la categoría de héroe.Cuando tu amas mucho a una persona, ¿verdad que te sientes con fuerzas para cualquier sacrificio a favor de ella? Nada hay que vigorice tanto al hombre como un amor hondamente sentido: por ese amor luchará, sufrirá, morirá, y aún le parecerá que no ha hecho nada.Este es el secreto de la piedad. Dominado el corazón por el amor de Dios, no hay sacrificio que le espante ni obstáculo que lo haga retroceder.En 1870, durante el sitio de París en la guerra francoprusiana, un Hermano de las Escuelas Cristianas asistía a un soldado enfermo de viruela.Un oficial que lo presenciaba, le dijo:-Hermano, esto que está usted haciendo no lo haría yo ni por diez mil francos.-Pues yo -contestó el religioso- no lo haría ni por cien mil. No obstante, lo hago con muchísimo gusto por amor a Jesús.Y besó entonces fervorosamente el Crucifijo.Esto pasa cada día millares de veces. Lo que hacen los religiosos y religiosas en las casas de beneficencia y hospitales sólo lo hacen porque aman mucho a Nuestro Señor. Si tú eres piadoso como ellos, tampoco te costará ningún sacrificio por Dios.

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