martes, 15 de diciembre de 2009


Dar gracias a Dios debería ser parte de nuestra oración diaria… es más, al comenzar cada día lo primero que deberíamos hacer es lanzarnos en una alabanza a Dios por todo lo que tenemos y somos… por el don de la vida y un día más para vivirla… por nuestras familias y amigos… por el pan que llevamos a nuestra boca… y por el que podemos compartir con aquellos más necesitados…
Lo mismo en la noche, antes de irnos a descansar… deberíamos detenernos un momento y agradecer a Dios por el día que ha terminado… por las penas y las alegrías… por los logros alcanzados y las nuevas pruebas que empiezan a asomar sus penurias… por las sonrisas que dimos y las que recibimos… por las lágrimas derramadas y aquellas que ayudamos a secar… en fin, debemos dar gracias a Dios por todo, pues todo lo recibimos de sus manos…
Pero de todos los días, hay uno que hemos separado para reflexionar y crear conciencia de todas las gracias que debimos dar y todas aquellas que – seamos realistas – muchas veces dejamos pasar sin agradecer…

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