lunes, 30 de noviembre de 2009


Si Tú quieres, puedes sanarme
"Contemplarte, Jesús, en la Eucaristía, es saber que tras los ojos de la Fe, tu vida se hace presente. Me parece verte junto a tu Madre, hecho niño, protegido y cuidado; adorado por los pastores, y también perseguido por quienes querían arrebatar tu grandeza y dignidad. Te veo Jesús, caminando en medio nuestro, anunciando las misericordias de Dios, entusiasmando con tu buena noticia de la salvación, y sanando tantas enfermedades y dolencias. Te veo doliente en la cruz, Jesús, solo y abandonado. Te veo Jesús, resucitado y glorioso a la derecha del Padre. Pero por sobre todas las cosas te veo acá, presente en el Santísimo, tan cercano y accesible; es por eso que con mi clamor te pido por mi dolor.
Sé que fuiste llamado "varón de dolores", y mi dolor se abre como una herida para ser sanada y comprendida por vos. Mi herida como la de tantos es la de la enfermedad, por eso te digo: "¡Señor, te piedad!". Mi herida es también la enfermedad que padecen las personas que amo, por eso te digo: "Si tú quieres, puedes sanarlos".
Pero por sobre todas las cosas, yo sé Señor, que la oración más perfecta es pedir que se haga la voluntad del Padre; por eso, aunque me dé miedo, te digo una y otra vez: "Qué no se haga mi voluntad, sino la tuya". Amén.

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